El juego del ajedrez ejerce una enorme atracción en los niños. La forma y el movimiento de las piezas los fascina. El ajedrez es un juego en el que puedes ser el jefe, y donde enfrentas las consecuencias de tus propias acciones. Buena o mala suerte, como sucede en juegos como el monopolio o el parchís no existe en ajedrez. En fin, que los niños piensan que el ajedrez es un gran juego.

Capturando piezas

Después de aprender el movimiento de las piezas y como capturar las del contrario, esto último se convierte en un verdadero deleite para ellos. El objetivo del juego se convierte en cómo comerse las piezas del contrario. Fíjense como las piezas son dispuestas, después de ser capturadas, en un perfecto orden a un lado del tablero, y son golosamente contabilizadas de acuerdo a su valor. Incluso si cuando después de un tiempo de jugar no se ha capturado nada, ellos volverán a contar como si nunca lo hubieran hecho.

No importa si se va perdiendo o ganando (aunque hay excepciones), “comer” piezas de su adversario es un verdadero banquete. Incluso si ellos conocen el concepto de mate, y en algunos casos, son capaces de ejecutarlo, ellos están tan fascinados con la caza y la captura que es esto a lo que ellos dirigen sus esfuerzos. Seleccionarán una pieza (cada niño tiene diferentes preferencias) y empezaran a cazar con ella. Si la pieza escogida es “desaparecida en acción”, pues tomarán otra para seguir la cacería de las piezas contrarias. Cuando uno de los jugadores recibe mate, usualmente accidental, es una sorpresa para los dos: ¡ellos hubieran preferido continuar la partida! “Tu rey está en mate”, dice uno. Pero el otro le responde: “¡Sí, pero te comí la dama!”

Fase material

El período en que el niño está pasando por la fase material es fácilmente identificable. El niño explora las piezas y la manera que ellas se mueven por el tablero, y por prueba y error las va dominando. Así, poco a poco, ellos superarán la duda de cómo se mueven las piezas. Los niños se beneficiarán enormemente en su desarrollo ajedrecístico si se les da el chance de pasar poco a poco esta etapa durante el tiempo que sea necesario para ellos, sin saltarse (“quemar”) etapas. Uno de los beneficios que traerá como consecuencia la paciencia en esta etapa, es que en sus partidas ellos no dejarán más piezas “en el aire”.

Fase espacial

Dominar el concepto de mate y concentrarse únicamente en la búsqueda del mate (mediante ejercicios) solamente será efectivo si el niño logra suficiente maestría en la visión del tablero y sus divisiones en la fase material. Tiene que descubrir que las piezas no solo se mueven para capturar otras piezas sino que ocupar casillas (filas, columnas) tiene su sentido. Solo entonces se puede hacer el intento de enseñarles control espacial. Es cuando entonces ellos alcanzan un nuevo estadío, sin dejar completamente el anterior. Comenzar esta fase sin tomar la anterior en cuenta conducirá a serios e innecesarios errores en el juego de los niños, y a causa de esto, les tomará bastante tiempo alcanzar la siguiente etapa.

Fase temporal

Jugamos el ajedrez con ciertos objetivos y planes en la cabeza. Para lograrlos, necesitamos tiempo.

El tiempo se expresa en jugadas, o tempi (que es el plural de tempo, en italiano) Mientras más fuerte es nuestro juego, mucho más importante es el concepto de tempo. Como por ejemplo, más crece la importancia de jugar con blancas, porque ellas comienzan la partida. Por esta razón llamamos a este estadio la fase temporal. El hecho de que el niño se demore algunos años (o un poco más de un año) en alcanzar este concepto requiere explicación.

Los estudiantes no captan la importancia del tiempo en este primer paso. A veces ellos inventan planes maravillosos que son de varias jugadas, como por ejemplo atajar un peón pasado con su rey. El oponente, desafortunadamente, se da cuenta de la amenaza cuando solo está a distancia de una jugada, y avanza su peón, y comienza una persecución. Por supuesto para nosotros eso es una pérdida de tiempo, pero tenemos que entender que el niño no tiene la experiencia para determinar cuándo puede alcanzar ese peón (u otra cosa). Incluso, cuando se dan cuenta que el peón coronó, ellos reaccionan de una manera que ellos no consideran extraña: “¡Por poco lo alcanzo!”

Esta insuficiente comprensión del concepto del tiempo es de cierta manera notable. A los niños no les gusta tener que perder un turno jugando monopolio, o parchís, por ejemplo. Se dan cuenta que de alguna manera eso es una ventaja para el bando contrario. Pero ellos no tienen que ceder el turno a nadie cunado juegan ajedrez: tienes derecho a hacer tu jugada cuando te toca jugar. El concepto de perder un tiempo por hacer una jugada “tonta” (para nuestros ojos) no les cabe en la cabeza, sobre todo porque tienen la esperanza que su contrario no vea su amenaza.

Como resultado del análisis y comentario de sus partidas y otras lecciones, ellos comenzarán a entender que el ajedrez es mucho más que una secuencia de jugadas inconexas. A través de ejercicios ellos aprenderán la importancia de ver varias jugadas con antelación; y como resultado de las lecciones aprenderán que a veces se intercambia material por espacio y tiempo (como en las aperturas de gambito). Solo entonces el concepto de la ganancia o la pérdida de un tiempo adquiere real importancia para ellos. Por eso es bueno que al analizar sus partidas, finalizando la fase espacial, se haga comentarios tipo “puedes ganar un tiempo jugando esto, o con esa jugada perdiste un tiempo en el desarrollo, o esta que hiciste aquí te va a costar un tiempo”.

Acerca de la duración de las fases

Ninguna de las fases descritas tienen un tiempo determinado de duración, aunque si se puede decir que corren paralelamente al menos dos de ellas: solamente la fase material y la fase temporal no se encuentran. Hagamos la siguiente comparación (los tiempos pueden variar)

  • Fase material: de Enero hasta Junio
  • Fase espacial: de marzo hasta septiembre
  • Fase temporal: de julio hasta diciembre

La experiencia nos dice que los niños necesitan toda su atención y energía al comienzo de cierta fase, de tal manera que no haya espacio sobrante para un comienzo a destiempo de la siguiente etapa. Solo cuando observemos un cierto control sobre los elementos específicos de cada fase, podremos comenzar a preparar lentamente la entrada en la siguiente.

Relevancia de lo anteriormente descrito

Un entrenador de ajedrez tendrá buenos resultados si toma en cuenta las tres fases descritas cuando prepara las lecciones a sus pupilos. El ayudará a los pequeños permitiéndoles jugar las suficientes partidas y realizar los ejercicios recomendados durante la fase material, por ejemplo. Así los conceptos y las habilidades necesarias serán adquiridas y ejercitadas en el momento apropiado. Es una pérdida de tiempo si los estudiantes están aprendiendo una habilidad espacial como el mate, si al mismo tiempo tienen que recordar cómo mover las piezas.

La duración de cada fase depende de cada individuo. Esta es la razón por la cual se debe ser lo suficientemente flexible para adaptar la enseñanza a las necesidades de cada niño. Por supuesto que en la práctica esto entrará en conflicto con el tiempo y/o la cantidad de entrenadores para realizar la tarea, pero en ese caso el uso de ejercicios individuales podrá suplir la carencia, y también, no lo olvidemos, otorgar la posibilidad al niño de jugar lo suficiente.

Consecuencias para la práctica

Las fases descritas también tienen gran importancia para el juego práctico. No tiene sentido hacer hincapié acerca de cosas que tienen que ver con división espacial del tablero (prestar atención al centro, ocupar columnas y diagonales, un tipo especial de mate, apuntar las jugadas en la planilla, etc.) si todavía están en la fase material. Tampoco acerca de hacer pensar al niño largo rato su jugada. El punto de esto es que la naturaleza del juego para ellos consiste en el material que está sobre el tablero, y no ningún otro factor. En la práctica, hemos notado que muchas personas bien intencionadas piensan que ellas están promoviendo un desarrollo positivo al forzar al niño a pensar sus jugadas un tiempo más o menos largo. Infortunadamente, esto no es cierto. El niño se aburre hasta el momento en que le es permitido hacer su jugada, y entonces pierde interés en el juego.

Es evidente también que hacerlos jugar con el reloj en esta etapa no es apropiado y solo causa que el niño pierda concentración.

La ayuda del entrenador durante una partida amistosa, tipo “presta atención, que tal vez puedas comerte una pieza”, es aconsejable. El entrenador debe estar siempre alerta cuando enseña, cuando los niños juegan y cuando comenta sus partidas para determinar en qué fase está. De esa manera, le será fácil corregir los errores de sus pupilos fácilmente.

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