50 millones de euros. Eso es lo que cuestan en España los timos realizados a través de las tarjetas de crédito, según los últimos datos manejados por la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios.

¿La mejor manera de defenderse de los mismos? Conociéndolos uno a uno para poder prevenir cualquiera de los mismos:

1. El timo del Lazo Libanés.

Tiene algunas variantes, pero en esencia pasa por la existencia de, al menos, dos timadores que se compinchan con el fin de obtener tanto la tarjeta de crédito, como el número secreto de la misma»

La manera en la que se perpetra es la siguiente: los timadores introducen el llamado «lazo» -que suele ser, la mayoría de las veces, una cinta magnetoscópica, generalmente película de casetes de video- para que el cajero no reconozca la introducción de una tarjeta en el mismo.

De esta manera, la víctima, cuando llega al cajero para realizar cualquier transacción, enseguida comprueba que la tarjeta se ha quedado atascada en la ranura y que no puede operar.

En ese momento aparece uno de los timadores, haciéndose pasar por buen samaritano y ofreciéndole ayuda. Le facilita su teléfono móvil y le dice que se comunique con la sucursal bancaria para que allí le ayuden».

Al otro lado de la línea se encuentra el segundo timador, que le pide a la víctima que marque ocho cifras en el teléfono; las últimas cuatro deben de ser las del número de seguridad de la tarjeta de crédito.

Cuando se ha realizado esta operación, la víctima contempla con estupefacción que, pese a todo, la tarjeta de crédito no es devuelta por el cajero, así que finalmente abandona el lugar, momento en el cual los timadores aprovechan para recoger la misma y utilizarla, al conocer el código de acceso a la misma.

2. El tiempo del Lazo Libanés (Variante del anterior).

Viene a desenvolverse prácticamente de la misma manera, aunque «la diferencia es que a la víctima le hacen marcar el número de ocho dígitos en el propio cajero, previa supervisión de uno sólo de los estafadores.

Cuando la persona abandona el lugar, los timadores cogen su tarjeta de crédito y la utilizan para realizar compras o extraer dinero del mismo lugar, previa retirada del objeto que obstruye el cajero automático.

3. El timo de la silicona.

Menos artesano y complicado que los anteriores, consiste sencillamente en introducir cualquier tipo de objeto que obture la salida de dinero del cajero automático.

«Una vez que el usuario, desesperado, abandona el cajero automático, los estafadores aprovechan para desbloquear la terminal y sacar el dinero.

4. El timo del doble cargo.

Se trata de un timo bastante evidente de detectar y, por lo tanto, que no se produce demasiado. Consiste en duplicar los recibos de cualquier transacción comercial esto es, de cargar dos veces el mismo importe en la tarjeta.

Evidentemente, cualquier rastreo de movimientos bancarios sacará a la luz que se ha producido este doble pago y resultará bastante evidente de probar, así como detectar la falsificación de la firma.

5. El duplicado de la banda magnética.

En este caso se tratan de técnicas más sofisticadas y, por lo tanto, proporcionan beneficios más jugosos.

El resultado de esta estafa: 60.000 tarjetas de crédito duplicadas y 6 millones de euros timados.

En general estas son algunos de los métodos más importantes, pero nos llegan multitud de casos con variaciones de los mismos o con otros menos usuales: cambiazo de la tarjeta por otra «quemada» en un momento de descuido del usuario del cajero automático, utilización de cámaras con zoom para sacar el número secreto mientras alguien está marcándolo en la terminal…».

Respecto a consejos para prevenir estos timos los expertos suelen ser unánimes: mantener la confidencialidad respecto a los datos de la tarjeta, llevar siempre encima los teléfonos donde poder anularla en caso de que suceda algo sospechoso, repasar periódicamente los extractos bancarios y comprobar si algo no cuadra y, en general, estar ojo avizor, porque un descuido puede costar, en un determinado momento, bastante caro.

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